viernes, 11 de febrero de 2011

El Retorno a lo Sagrado


Un chakra del planeta es una extensa región en la cual se concentra una gran cantidad de poderosas y sutiles energías cósmicas (...) Hay tres chakras de alta montaña: Tibet, Perú y México. Tres chakras del desierto: Egipto, Sumeria y China. Y un chakra de enlace que es Europa (...)

Los chakras están integrados por varios miles de nadis de muy variadas funciones y diferente importancia. Un nadi es una pequeña porción de territorio en donde se perciben las energías cósmicas en forma particularmente concentrada. El Zócalo es desde luego uno de los principales nadis del chakra de México (...) ya que en él desembocan diferentes rutas sagradas.

Hay en todos los chakras un gran número de rutas sagradas, o sea las que unen a los distintos nadis entre sí. Hay rutas sagradas-sagradas, sagradas- heroicas, sagradas- humanas. La clasificación obedece a la índole de las energías que circula por dichas rutas.

Actualmente tanto en México como en todos los demás chakras del planeta están por iniciarse (de hecho en México ya se inició) etapas sagradas de las nuevas culturas que irán surgiendo en cada uno de estos chakras. Esto nos obliga a ir recuperando las rutas sagradas-sagradas, pero es del todo imposible si no se ha logrado previamente una recuperación de las rutas sagradas-humanas y de las sagradas-heroicas.

La forma de lograr esa recuperación es la de efectuar caminatas rituales y conscientes por las mismas.

Las rutas sagradas-humanas-masculinas son aquellas en las que comúnmente se efectúan desfiles y manifestaciones; las rutas sagradas-humanas-femeninas son en donde se llevan a cabo habitualmente las peregrinaciones”.


Las antiguas culturas de la India desarrollaron profundos conocimientos sobre los aspectos más sutiles de la naturaleza humana. Uno de ellos es el relativo a los chakras, o sea los cen­tros nervofluídicos que mantienen una estrecha relación con las glándulas de secreción interna y cuya progresiva reactivación va marcando el nivel de desarrollo interno de una persona. Existen siete chakras principales y cada uno de ellos tiene funciones y características especificas.

Cada chakra está compuesto por varios miles de pequeños puntos en donde la energía se per­cibe, concentra y transforma. Existen también un sinnúmero de nadis o canales que conectan los puntos entre sí, siendo esta intercomunicación la que permite el funcionamiento del chakra como un todo.

En forma semejante a lo que ocurre en el or­ganismo humano, en el organismo de la Tierra existen siete chakras particularmente importan­tes por lo que hace a la abundancia de puntos receptores y transformadores de energía. Su localización resulta en extremo sencilla, basta con observar cuáles han sido a lo largo de la Histo­ria las zonas del planeta en donde han florecido las culturas cuya existencia ha permitido el pro­greso de la Humanidad. Con base en dichas observaciones encontramos que los chakras de la Tierra son los siguientes:

1) Europa: abarca prácticamente los mismos limites que posee el continente que se designa con idéntico nombre.

2) Sumeria: comprende todo lo que se conoce como Cercano y Medio Oriente.

3) China: incluye no sólo la nación del mismo nombre, sino también Manchuria, Mongolia, Corea y Japón.

4) Egipto: aun cuando sus nadis más impor­tantes están concentrados a lo largo del Río Nilo, de hecho los imprecisos límites de este chakra abarcan una extensa región del norte y centro de áfrica.

5) Indo-tibetano: este chakra comprende bue­na parte del centro y sureste asiático.

6) Perú: no sólo abarca la región donde se encuentra la nación que lleva este nombre, sino prácticamente toda la porción sur del continen­te americano.

7) México: los nadis que integran este chakra están distribuidos en el norte y centro de Amé­rica.


Cuando los integrantes de los Círculos Internos de la Humanidad logran reactivar un chakra de la Tierra (lo que constituye una tarea en extremo ardua, basada en un profundo conocimiento de las leyes cósmicas), dan inicio al ciclo histórico correspondiente al periodo en que dicho chakra se mantendrá activo y funcionando. Resulta muy difícil tratar de precisar la exacta duración de este tipo de ciclos ya que ésta varía en cada chakra y en cada reactivación, pero en cambio es relativamente sencillo constatar —a través de un adecuado análisis de los acontecimientos históricos— que siempre que se consigue la reactivación de un chakra planetario se da la posibilidad de que nazcan y florezcan cuatro culturas. La tónica, identidad y diferencia entre estas cuatro culturas estarán dadas por lo que en la Tradición Hermética se conoce como las cuatro palabras clave: Callar, Saber, Amar y Osar.

Callar: el poderoso Instrumento que utilizan los integrantes de los Círculos Internos de la Humanidad para iniciar la reactivación de un chakra es el silencio. Esto ocasiona que la primera cultura que surge a resultas del aprovechamiento de la energía generada por el chakra sea considerada, posteriormente, como una cultura enigmática y misteriosa. Estas culturas son siempre factores clave en la Historia, pues con ellas se inicia todo un largo proceso de desarrollo cultural, en el cual ellas juegan el papel de culturas “madres” y de modelos arquetípicos. Ejemplos de estas culturas lo son la Olmeca en México, la Minoica en Europa, la Chavin en Perú y la Sumeria en Sumeria.

Saber: en un determinado momento, que resulta variable en cada chakra, surge una segunda cultura cuya tónica evidente y característica es el saber, o sea que sus integrantes están poseídos de una especial obsesión por develar todos los enigmas y a resultas de ella desarrollan una increíble capacidad para profundizar en el conocimiento de las más variadas cuestiones. Ejemplos de estas culturas lo son la Maya en México, la Griega en Europa, la Nazca en Perú y la Caldea en Sumeria.

Amar: la tercera cultura que florece en un chakra activo es siempre una que hace del amor el eje central de todas sus actividades. Se trata por supuesto de un amor muy elevado, que se inicia por intentar alcanzar un amor Divino pa­ra luego abarcar cuanto existe, desde las estre­llas hasta los animales y las plantas. La concretización en la práctica de este amor se tra­duce, entre otras manifestaciones, en la creación de una medicina altamente eficaz, importante logro de todas las culturas de este signo. Ejem­plos de estas culturas lo son la Zapoteca en Mé­xico, la Bizantina en Europa, la Mochica en Perú y la Persa en Sumeria.

Osar: el ciclo de actividades de un chakra se cierra con el florecimiento de una cultura cuyos integrantes osan controlar, ordenar y organizar cuantas energías existen en el Universo. Ejemplos de esas culturas lo son la Náhuatl en México, la Occidental en Europa, la Quechua en Perú y la Árabe en Sumeria.2

El Retorno de lo Sagrado
Antonio Velasco Piña

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